Pónganse en la escena de que me pasa algo terrible, me siento totalmente devastada, pero aun difícil de contar, aun sin poder resignarme a eso. Aun sin perdonar.
Me cierro totalmente a la gente, a los amigos, a la familia, a mi amor. No quería hablar y si hablaba era de cualquier banalidad, no me interesaba entrar a filosofar ni pensaba que importaba mucho mi opinión sobre nada. Ni siquiera escuchaba cuando hablaban, solo los miraba a los ojos y pensaba en aquello.
Luego sin darme cuenta empecé a andar con los peores de la clase, yo era la mejor de la clase, al final todos eran mis amigos pensaba. Que importaba algo de diversión. Siempre me ha gustado salir, bailar, divertirme y reír, sobretodo reír.
Pero ellos lo hacían todos los días y de repente yo también y era una de ellos.
Bebían tres veces por semana, yo en ese entonces no bebía ni una sola gota de alcohol. Pero me gusto, al principio no tanto, fue difícil, me hacia la loca. Pero estar con ellos me encantaba, era estar sin complicaciones, sin tristezas, sin pensamientos, en realidad sin nada. Desde allí me cuesta estar sola (a mi me encantaba mi soledad, mis pensamientos, mi silencio)
Empecé a beber con ellos e incluso estuve con uno de ellos, o mejor dicho me aferre a el. Luego tome un poco mas y mas, hasta quedar casi siempre en estado de ebriedad. Lo único que recuerdo que después de las risas venia el llanto, el llanto profundo ese que viene del alma, ese que duele, ese que parece que te desgarrara el corazón. Nadie me entendía solo insultaba a toda la humanidad y decía ¿Por qué?.
Así empezaron a transcurrir mis días y entonces me mire en el espejo (evitaba verme), y cuando por fin sucedió me odie, me dio asco el mirarme y ese día vomite. Empecé a sentir que hacerlo era botar todos los demonios que estaban dentro de mi, botar lo malo, lo que no servia. No me sentía gorda, no era por mi cuerpo o mi imagen, era porque me odiaba, me detestaba y no me soportaba.
Los días eran ir a clase, beber y vomitar. Y volver a vomitar por si las dudas.
W.M. este chico nuevo empezó a darse cuenta y si no hubiese sido por el, que cada vez que iba al baño me seguía, así sea solo para lavarme las manos. Llego al punto de pegar la oreja a la puerta del baño. Y me armaba un alboroto cuando me escuchaba toser. Yo lo amaba tanto que decidí dejar de hacerlo porque detestaba que se encabronara conmigo. Pero nunca supo que era lo que me pasaba, pensó que lo hacia por mi aspecto y por eso me decía tantas cosas como: “si te pasara algo me muero” “eres bellísima” “me gustas, me encantas” “te amo y eres mi vida”…Cada vez que estaba a su lado, sentía que nada ni nadie podría lastimarme ni volver a hacerme daño. Sus palabras me daban una seguridad extrema. Aquella seguridad y confianza que había perdido meses atrás. Esas frases ciertas o no me ayudaron a salir de ese trance y aunque aun recuerdo ese episodio de mi vida y digo nuevamente ¿Por qué?.
Al verme pasar por todo eso, el dejo de salir con los otros chicos y yo también. También recuerdo que todo se renovó, cambio, y decidí tratar de sanar y curar las heridas que me hicieron. Al final cada uno debe hacerlo, claro yo conté con W.M. y me alegro por ello.
Es asi Shily, los trastornos alimenticios estan a la orden, aprovechandose de cualquier bajon en nuestras vidas, pero tu tuviste una hermosa ayuda que no rechazaste. Y te salvaste, cuanto te salvaste!
ResponderEliminarBesos, Patri S.